No tenía intención de hacer este escrito ahora, sino de otra forma y quizás más adelante, pero leyendo algunas publicaciones y opiniones diferentes y encontradas, he sentido que era el momento de hacerlo.
Tengo la gran suerte de tener como amiga a una gran terapeuta y además profesora de Facioterapia Dien Chan y otras técnicas como es Anna Roca, eso significa el tener un gran “enchufe “ en el tratamiento de mis cicatrices.
Estando a pocos días de entrar de nuevo en quirófano a operar mi tobillo derecho, me gustaría compartir con vosotr@s no la sesión que me hizo en el tobillo, que fue un regalo y una auténtica pasada, sino la sesión de la cicatriz de mi histerectomía, que me realizó el pasado 28 de abril durante un curso que ella daba y en el que yo le hacía de “asistente y modelo”.
Esa cicatriz tiene su miga y venía ya tratado el terreno, me operaron el lunes 6 de junio de 2016 y el viernes ya me estaba Anna tratando para que la cicatrización fuese más rápida. Anterior a esta operación, ya me habían sacado un mioma por laparoscopia. A realizar el “vaciado” llegamos por otro otro mioma que me cogía el endometrio, provocando continuas hemorragias, 3 años de anemia y que además había riesgo de que pudiera hacerse maligno.
Explicar lo que para mí ha significado la liberación de esta cicatriz es largo, por lo que intentaré hacerlo corto y de la manera más sencilla posible. Si hablamos del tema físico, mi sensación era extraña, en el ombligo tenía muchas veces problemas de infección desde hace años, de niña tenía la manía de tocarlo mucho, llegando a provocar alguna herida, durante un tiempo esas infecciones pararon hasta hacer la primera operación, en el que empezó de nuevo ese mal olor a veces dentro del ombligo y empezar a picar y ponerse rojo. Después de la primera intervención para sacar el mioma y de la histerectomía, me costaba mucho tocar esa zona, a pesar de haberse trabajado el terreno, había aún mucho por salir. También había que trabajar la cicatriz interna, hace casi dos años me sacaron todo, dejando sólo los ovarios y sin las trompas, por lo que tratar esa cicatriz interna tenía trabajo.
Llegamos al momento del trabajo de la cicatriz, durante el curso, el terreno a tratar era bastante grande, desde debajo del pecho hasta casi el pubis, conforme Anna iba realizando el trabajo, notaba como mi cuerpo empezaba a normalizarse, como el terreno se iba reduciendo y no notaba tanto rechazo al sentir pasar los rodillos por esa zona ya trabajada, tocó después rolar por encima de las cicatrices para crear los puentes que unen energéticamente los dos lados de las cicatrices y era sentir cómo empezaba a integrar de nuevo esa parte tan importante de mi cuerpo, no hemos de olvidar lo que significa el ombligo, el centro de nuestra vida, por donde salía el cordón que nos alimenta en el vientre materno y por donde se une el de las que son madres para alimentar una nueva vida… por primera vez en muchos años, me estaba reencontrando realmente conmigo. Y pasamos a la tercera fase del tratamiento, al cosido energético de la cicatriz, en el que las emociones afloraron y después de recuperarme, me di cuenta de lo profundo de la sanación que me acababan de regalar y todo lo que había detrás de esa cicatriz.
Durante el tiempo que necesité para que todo saliera, me sentí como una niña pequeña, como un animal desvalido, sólo era capaz de llorar y llorar, sentía que era un llanto distinto, de rabia, miedo, odio…pero un llanto liberador. Por primera vez y después de casi 27 años, me sentí libre, se había sanado una herida más profunda, una herida de alma pero también el desgarro físico de la violación que sufrí con 17 años, un desgarro del que mi mente se había olvidado por completo y del que nunca pensé que hubiese provocado una cicatriz interna, que después de tantos años y sin ser consciente de ello, me estaban trabajando.
Os hablo ahora del aspecto más positivo y lo que me ha cambiado este tratamiento, por fin, la energía de ese hombre ya no está dentro de mí, por fin puedo ser yo misma y sentirme completa y tomar de verdad las riendas de mi vida y mi Camino, “ahora sí “ esas fueron las primeras palabras que pronuncié cuando me recuperé un poco y pedí a Anna que agarrase mi mano. Ahora sí siento que de verdad, esa cicatriz ha sanado, no sé si se tendrá que trabajar de nuevo o no, lo que sí sé es que desde ese día de abril, el ombligo no ha vuelto a supurar ni se ha irritado, cuando siempre me pasaba con el calor. Siento que he hecho las paces con esa zona de mi cuerpo, que ya no la siento extraña como antes y puedo pasar la mano con total tranquilidad porque ya no me incomoda, esa zona, ahora sí, es parte de mí. También me ha servido esa sesión para dar pasos definitivos en mi vida, romper cadenas que me ataban y empezar a ser de verdad yo.
Queda ahora un paso más, una nueva cicatriz que se producirá con la nueva operación de mi tobillo la próxima semana, con ello se cierra el ciclo, empezó con la operación de ese tobillo y se cerrará de la misma forma, y será el paso definitivo, la cadena que queda por romper para empezar a volar en lo que quiero. Y voy a esa operación tranquila y contenta, pero sobretodo segura, porque tengo a mi lado la mejor red de apoyo que se puede tener y como las casualidades no existen, menos de 3 semanas después de la operación y con mi escayola, estaré en el curso en Barcelona de “Liberar Cicatrices”, acompañada de mis terapeutas y amigas, la mejor forma de seguir sanando y empezar a sanar esa cicatriz.
Gracias también desde aquí a todas las compañeras que hicisteis ese curso, por el respeto y apoyo que me distéis durante el proceso de sanación, por vuestro silencio y los abrazos al acabar, sin duda, era una cicatriz para sanar en ese grupo.
Gracias Anna Roca por el regalo de esa sesión, por tu generosidad compartiendo un trabajo tan bonito, por permitirme seguir aprendiendo de ti y contigo, y por supuesto, mil gracias por el acompañamiento en esa sanación tan profunda.
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