Quién me iba a decir cuando recién empezaba el año, que el primer mes del mismo, enero, sólo era el principio de una pesadilla...
Echas la vista atrás y te das cuenta de cuán ilusa eres y de cuánto confías en esta humanidad sin sentido... Empezaba el confinamiento en el mes de marzo y me decía un día tras otro, esto nos ayudará a cambiar la mentalidad, seremos más solidarios, nos pondremos en la piel del otro, seremos más empáticos... todo era solo una ilusión, una nueva visión utópica de esas que soy muy dada a imaginar...
Estamos en septiembre y no, creo que no hemos aprendido nada, somos más insolidarios, más individualistas y más egoístas aún que antes y al final, eso es lo que quieren que seamos...
No aceptamos las opiniones de los otros, no permitimos que piensen diferentes, no nos importa lo que puede o no estar pasando, lo que piensa, lo que siente... nada importa, sólo Yo, ese ego mal enseñado y mal aprendido que nos lleva una y otra vez a donde estamos...
No, el confinamiento no nos ha hecho ni nos va a hacer mejores, sólo nos ha despertado nuestras miserias, y que se salve quien pueda de esta quema.
Para mí, estos meses han sido una nueva prueba, un darme cuenta de donde estoy, de dónde no quiero estar y qué no quiero ser...
Probablemente seguiré siendo esa ilusa que imagina situaciones utópica, porque de otra forma no sería yo, probablemente seguiré estando para quienes siempre he estado, seguiré siendo la misma crédula... Pero algo sí he aprendido, me he dado cuenta de la importancia de un abrazo, de una llamada, de un mensaje de las personas que te importan y quieren, me he dado cuenta de lo solos que estamos aún estando rodeados de personas, me he dado cuenta de la fragilidad que como humanidad tenemos y de lo dependientes que nos han hecho de ciertas cosas, me he dado cuenta de lo que he crecido en estos años, me he dado cuenta a través de la ausencia de lo valiosa que es la presencia... me he dado cuenta de la importancia de quien está y de quien no está...
El confinamiento no ha terminado, quizás aún no nos hemos dado cuenta, pero seguimos confinados, en nosotros mismos, en nuestras ideas, en nuestros miedos...
Quizás este es el confinamiento con el que hay que acabar, ese que sin darnos cuenta es el que de verdad nos han impuesto, ese es el confinamiento al que hay que destapar, sacar a la Luz, ser consciente y quitar, porque estamos confinados en el miedo.
Hablamos del deseo de que acabe el 2020, pero si nosotros no cambiamos, el
2021 seguirá igual...
Sólo está en nuestras manos, en las tuyas y en las mías.